El culto a Bolívar
Es difícil encontrar una ciudad venezolana que no tenga su Plaza de Bolívar con un monumento alusivo al Libertador. La moneda nacional lleva su nombre, su imagen aparece en sellos, camisetas o piezas de cerámica, y sus discursos y proclamas están omnipresentes en la vida política del país. Algo similar ocurre con las avenidas, calles o parques en núcleos urbanos de aquellos países que Bolívar liberó: Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia (país bautizado así en su honor). Todo ello forma parte del culto a Bolívar, un fenómeno extendido desde el siglo XIX hasta nuestros días que exalta la devoción apasionada hacia el héroe de la independencia y sus ideales.
La historia popular venezolana y muchas biografías presentan a Simón Bolívar como un superhombre, una especie de semidios capaz de cualquier proeza, e incluso como el prototipo del macho iberoamericano. Estudiar su figura es complicado porque lo que de él se escribe está frecuentemente exagerado por el sentimiento nacionalista.
Simón Bolívar, el menor de cuatro hijo, pertenecía a una rica familia criolla de origen vasco instalada cerca de Caracas ya en el siglo XVI. Sus padres fallecieron y a partir de entonces fue tutelado por distintos familiares. Así conoció a Simón Rodríguez, un pedagogo que propugnaba las teorías de Rousseau y que se ocuparía de la formación de Bolívar. Pronto se puso de manifiesto su vocación militar, y siendo subteniente de milicias realizó un viaje por Europa a partir de 1799. Estudió en Madrid y conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, que sería su esposa y que falleció apenas ocho meses después del matrimonio. Esta muerte lo pone en el camino de la política.
O culto a Bolivar
É difícil encontrar uma cidade venezuelana que não tenha sua Praça de Bolívar com um monumento alusivo ao Libertador. A moeda nacional leva seu nome, sua imagem aparece em selos, camisetas ou peças de cerâmica, e seus discursos e proclamações estão onipresentes na vida política do país. Algo similar ocorre com as avenidas, ruas ou parques em núcleos urbanos daqueles países que Bolívar libertou: Colômbia, Equador, Peru e Bolívia (país batizado assim em sua honra). Tudo isso forma parte do culto a Bolívar, um fenômeno estendido desde o século XIX até nossos dias que exalta a devoção apaixonada pelo herói da independência e seus ideais.
A história popular venezuelana e muitas biografias apresentam a Simón Bolívar como um superhomem, uma espécie de semideus capaz de qualquer proeza, e incluso como o protótipo do macho iberoamericano. Estudar sua figura é complicado porque o que dele se escreve está frequentemente exagerado pelo sentimento nacionalista.
Simón Bolívar, o caçula de quatro filhos, pertencia a uma rica família ‘criolla’*de origem vasca instalada perto de Caracas já no século XVI. Seus pais faleceram e a partir de então foi tutelado por diferentes familiares. Assim conheceu Simón Rodríguez, um pedagogo que propugnava as teorias de Rousseau e que se ocuparia da formação de Bolívar. Rapidamente manifestou-se sua vocação militar, e sendo subtenente de milícias realizou uma viagem pela Europa a partir de 1799. Estudou em Madri e conheceu María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, que seria sua esposa e que faleceu apenas oito meses depois do matrimonio. Esta morte coloca-o no caminho da política.
*criollo – Nome dado aos filhos de espanhóis nascidos na América.